domingo, 20 de abril de 2025

RETO 4


Escribir un cuento sobre una puerta que se encuentra en un lugar donde no debía estar. 


El género es libre.

Reto adicional:

La escena o historia puede transcurrir en un sueño.  

El número máximo de palabras es de 1000

🗓 Fecha límite de entrega: 31 de mayo.  

¡Manos a la obra! El mundo necesita tus palabras.  

envía tu texto a:

cristobaleh@hotmail.com




UNA PEQUEÑA HISTORIA

 

No era un sueño, era la pesadilla de siempre: corría a toda la velocidad que le permitían sus extenuados miembros, olvidándose de los dolores del reuma, del cansancio, del hambre, guiada únicamente por el miedo...

A veces pasaba de día, pero por lo general era de noche y a la escasa luz de una farola o de la tenue claridad que escapaba de alguna vitrina, veía las sombras de sus perseguidores (constantemente juntas en un conglomerado compacto); en los tramos llenos de oscuridad solo percibía el brillo de sus ojos y el jadeo causado por el ansia de atraparla, mientras el grupo mantenía el mismo trote. A ella el espanto la hacía precipitarse por las negras callejuelas buscando la manera de evadirse; en ocasiones parecía conseguirlo y se dejaba caer en cualquier rincón sin aliento y con el cuerpo agarrotado. ¿Cuánto tiempo transcurría así? Poco: antes de que la fatiga la adormeciera, sin entender cómo, lograba distinguir sus oscuras sombras surgiendo de las tinieblas.

Y vuelta a empezar: oteando apenas el camino, empujada por ellos, estiraba sus extremidades como queriendo saltar por encima de los obstáculos o escalar las alturas, pero los años no se lo hubieran permitido, y proseguía corriendo poseída por ese acoso. Cuando divisaba el árbol, al girar en una esquina, sabía que era necesario poner todo su empeño en alcanzarlo y emprendía una serie de saltos, sacándolos de su memoria más antigua.

Por fin, con los ojos desorbitados y el lomo erizado, se detuvo junto a él y vio que una rendija se fue abriendo hasta mostrarle el prodigio de una pequeña puerta por la que se escurrió velozmente porque ya recordaba entonces que se cerraría vertiginosa en las mismas fauces de la jauría.

Temblando aún dejó escapar un gruñido sordo al que respondió una voz suave que la sosegó casi de inmediato. Antes de abrirlos completamente, sus ojos amarillos exploraron alrededor y al descubrir el rostro conocido, volvieron a entornarse. Poco a poco se fue tranquilizando y con un ronroneo muy quedo comenzó a contarle todo lo que había ocurrido.

HG



El sueño de una noche de verano

 

La ciudad estaba sumida en un calor insoportable. Era tan intenso que ni siquiera de noche se respiraba bien.

Tamara se tumbó desnuda en la cama como una estrella. Se alegró de que su esposo estuviera de viaje: por fin podía dormir vestida de Eva. Normalmente, él no aprobaba esto:

—¡Siempre hay que dormir en pijama! Aunque sea en un lecho matrimonial. Es imprudente ignorar las normas de la decencia ante nuestro Señor Jesucristo y la sociedad.

Tamara a menudo se preguntaba de qué “sociedad” él hablaba, pero intentaba no discutir con su marido; era parte de su carácter. Cuantas menos peleas, menos estrés: nunca le interesó defender su opinión.

Así que la mujer se desvistió, encendió el ventilador, echó al suelo la sábana que le servía de cobija en los meses veraniegos y se durmió. Y, ya fuera por el calor o por el cansancio, enseguida tuvo un sueño.

Soñó que estaba en un rellano del edificio; hacía frío y casi no había luz. Miró a su alrededor y vio dos puertas idénticas. ¿Adónde ir? Era como en un cuento de hadas: si vas a la izquierda, perderás el caballo; si vas a la derecha, perderás la cabeza. Lógicamente, debería avanzar hacia adelante para sobrevivir, pero había un muro delante y detrás de ella. Fue inevitable: ella tenía que elegir. La puerta derecha estaba cerrada, pero la izquierda, en cambio, se abrió con facilidad, y Tamara entró en el departamento.

Como suele ocurrir en los sueños, que no obedecen a las leyes de la lógica ni del tiempo ni el espacio, se encontró inmediatamente en la cocina. Había dos personas allí: aparentemente un matrimonio. El hombre, alto, delgado, con el pelo ligeramente canoso, fumaba por la ventana, sin apartar la vista del periódico que sostenía en la mano. Y la mujer, regordeta y corpulenta, con rulos, estaba sentada en un pequeño taburete, pelando papas sobre un cubo de basura; tenía la cara roja y sudorosa por el agotador trabajo. Nadie reparó en Tamara, y ella observaba su modesto ambiente con curiosidad. Ellos tenían una tetera esmaltada calentándose en la cocina de gas, un refrigerador zumbaba en un rincón, del techo colgaba solo una bombilla, y en el alféizar de la ventana estaban...

—¡Ay! —exclamó la mujer, dejando caer un cuchillo y una papa al cubo de basura—. ¿Quién eres? ¡Ay, qué ramera! ¿Por qué andas desnuda por aquí?

Tamara, asustada por la inesperada atención, aceleró como una flecha hacia la puerta principal. Corrió un buen rato, demasiado largo para un departamento tan pequeño, y durante todo el camino oía a la mujer gorda vociferar de manera histérica.

Y de nuevo se encontró en el rellano, entre dos departamentos y dos muros. La puerta derecha seguía cerrada, y la izquierda... Tamara se acercó de puntillas y pegó la oreja, intentando entender de qué hablaban dentro.

—¡Desnuda! ¡Completamente desnuda! Y la vi, igual que te veo a ti... —gritaba la gorda.

—¡Cállate, zonza! —le respondió severamente su marido—. Alucinaste por el calor de la cocina. ¡No había nadie!

El interés y la exaltación se apoderaron de Tamara y abrió la puerta tratando de no hacer mucho ruido. De nuevo se encontró en la cocina. La situación había cambiado un poco: ahora la señora fumaba, apoyada con los codos en el fregadero, y el hombre estaba sentado a la mesa con las piernas cruzadas.

—Pero sigo diciéndote que la vi... —la gorda no podía tranquilizarse.

Por alguna razón, Tamara de repente se alegró mucho. Ella tosió varias veces para llamar la atención de la pareja, y luego les saludó amistosamente con la mano.

—¡Ahí está, la descarada! —chilló la esposa, con los ojos desorbitados—. ¡Te lo dije! ¡La mujer desnuda!

Al ver a Tamara (ella tenía un cuerpo esbelto, aún joven), el hombre se quedó atónito.

—Ya veo, veo... —balbuceó, embelesado—. ¡Desnuda! ¡Hermosa! ¡Te quedarás conmigo! Vivirás aquí conmigo...

Exaltado, enloquecido, frenético extendió las manos hacia Tamara y le agarró las muñecas con fuerza.

—Conmigo, conmigo... No irás a ninguna parte... Vivirás conmigo... —repetía como un lunático.

Tamara intentaba desesperadamente de zafarse de sus tenaces manos. En ese momento, su esposa le golpeaba la espalda con un rodillo de madera.

—¿De qué hablas, bruto? ¿Cómo que contigo? ¡Perro! —gritaba la mujer.

Finalmente, Tamara logró liberarse y salió volando al rellano. Antes de poder recuperar el aliento, corrió hacia la puerta derecha, pero aquella seguía cerrada. “¿Qué hago? ¿Qué hago?”, la pregunta le latía en las sienes. Se oyeron gritos salvajes tras la puerta izquierda. Tamara oía cómo la gorda gritaba “socorro”, “me está matando”, “me duele”, “ayuda”; ella temía que el hombre saliera de la casa y le hiciera algo malo también a ella.

Pero de repente, sonó el teléfono en el departamento de la derecha. Al principio, Tamara no podía creer lo que oía, pero sí, era cierto: el molesto timbre del teléfono. La mujer tiró del picaporte con vacilación, la puerta cedió y ella entró. “¡Salvada!”, pensó, y en ese preciso instante despertó.

El teléfono no paraba de sonar en su casa. Sin comprender aún del todo, saltó de la cama y corrió para contestar. Era su hermana mayor, que la llamaba para contarle que Nicolás, su sobrino, había cogido sarampión.

Escuchando las quejas de su hermana, Tamara se miró involuntariamente las muñecas, cubiertas de moretones. Decidió que más tarde buscaría en internet algo sobre sueños realistas, o como se llamaran. Sin embargo, tras la conversación, el torbellino de la vida cotidiana la abrumó, y unas horas después se olvidó por completo de su pesadilla.

Ella nunca supo que el 14 de julio de 197... Aleksander K. golpeó a su esposa hasta la muerte con una tetera esmaltada. Durante la investigación, negaba su culpabilidad y afirmaba constantemente que una mujer desnuda que un día apareció misteriosamente en el umbral de su cocina lo volvió loco, por eso cometió el crimen. No sobrevivió hasta el veredicto final: se ahorcó en su celda.

                                                                            María


Exit

Elery miró con atención a Eduard Redmyne y le preguntó si se confesaba culpable.

—Por supuesto, inspector, está de más confesarlo porque usted ya sabe toda la verdad.

—Así es, mi querido amigo, pero hay algo que todavía no ha dicho y…

—¿Se refiere a lo de la puerta?

—Digamos que sí, creo que fue una forma de acelerar las cosas, ¿por qué tenía tanta prisa de que le encontrara?

—Le parece banal, ¿no? Pero ha de saber que fue un chispazo de buen humor, una broma del destino que me llegó que ni pintada. Me pareció gracioso dejarle esa pista en el párpado. ¿Sabe? Era absurdo que esa pegatina se encontrara allí: en el lugar y momento precisos. La cogí y se la pegué en el ojo, y me dije, que busque en esa jodida mente retorcida, que…

—Bueno, eso es divertido, pero lo que realmente me gustaría saber es ¿cuánto tuvo que esperar para perpetrar su venganza?

—Mire, siempre he sido una persona con principios. Cuando empezaba con mi grupo, la competencia era enorme. Cada vez que hacíamos una canción, de esas que enganchan, empezábamos a buscar a alguien que nos la promoviera en una disquera, pero no nos aceptaban nada. Decían que era buen rock y que eran originales, pero no del gusto de la gente. ¡Jodidos cabrones! ¡Hubieran probado al menos! Pero a ningún estúpido se le ocurrió.

—Sin embargo, al final, lo logró, ¿no?

—Sí, sí, claro. Era un día mágico, ¿sabe? Lo sentíamos en el aíre. John el baterista levantó el teléfono y se quedó así— Eduard se quedó inmóvil con los ojos saltones y la boca abierta—. Luego se giró y nos dijo: “!Chicos, chicos! Nos aceptan Big Word. Estábamos eufóricos, locos de alegría. Ahora pienso que teníamos que haber recapacitado, pero éramos jóvenes, teníamos hambre y queríamos triunfar costara lo que costara y ese maldito ladrón se aprovechó.

—¿Pero, ¿qué tuvo que ver el gordo Dan en esto? ¿Se merecía que le hiciera eso?

—¡Ah! ¡Ese puto Dan era una mierda! —Eduard hizo un gesto de hastío y luego de su cara salió una nube verde de hiel. Se le desfiguró la cara y apretó los dientes—. ¿Sabe que cuando hicimos la audición nos aduló hasta hacernos sentir como en el puto paraíso? Van a ganar un pastón, van a ser tan famosos como los Beatles, prepárense para vivir a toda máquina, muchachitos.

—Pero ganaron bastante con él, ¿no? Por cierto, me encantan tus canciones, Eduard, tu voz es privilegiada.

—Es un don, pero a cambio Dios me quitó un trozo de cerebro. ¡Joder! ¡Si solo le hubiera echado un vistazo al contrato, lo habría entendido todo y no habría perdido veinte años a lo estúpido!!No habría tenido que andar mendigando lo que me pertenecía!

—¡Ah! ¿Te refieres a los derechos de autor?

—Sí, exactamente. Resultó que el maldito gordo se aprovechó de nuestra euforia para tramar su plan. ¡Que bien sabía lo que le había caído del cielo!!Maldito cabrón!!Ojalá y se esté pudriendo en el infierno!

La camarera que los había estado evitando, se acercó temiendo que Eduard fuera a empezar un escándalo y les preguntó si deseaban pedir algo más. Elery pidió un café y Eduard una cerveza. La camarera miró con una mirada temerosa a Elery, pero este asintió con un movimiento de cabeza.

—Eduard, pero tus relaciones fueron muy buenas con él, ¿verdad?

—¿Está bien del coco, inspector? Ese cerdo nos estuvo mareando, nos daba las ganancias de los conciertos, pero lo que dejaban las ventas de los discos se lo quedaba casi completo. Un día saqué el contrato y le dije que cambiara esa cláusula de los derechos de autoría. Lo amenacé con dejar de grabar, pero me restregó el maldito papel en la cara y me gritó:

“!Mira, estúpido cabeza hueca. !Aquí dice que todo lo que hagas me pertenece, ¿lo ves? ¡Me pertenece!¡Si los quieres de nuevo, cómpramelos!”

Inspector, estaba atrapado. Juré que un día lo mataría. Al principio solo era odio, pero la idea fue cuajando. Se fue engendrando un pequeño monstruo que al final se liberó de sus cadenas y salió a cometer el asesinato. Incluso, ahora mismo, siento como si hubiera sido ese extraño ser el ejecutor de la masacre, pero sé que fui yo mismo, estaba poseído por ese ser maléfico y cruel que se encubó durante largos años.

—Te ensañaste, Eduard, no era necesario que hicieras aquello, tantas puñaladas... Con un buen golpe de cuchillo al corazón y, quién sabe, tal vez con la pura amenaza, ese gordo embaucador se habría muerto de miedo y…el remordimiento, claro, habría sido decisivo. Todo mundo sabía que estaba aterrado por la idea de que lo liquidarás. ¿sabes? Su ayudante Jimmy y su secretaria, la señora Judy, nos lo contaron. El desgraciado Dan se escondía cada vez que alguien llegaba a su despacho y los últimos años ni siquiera iba a la oficina. ¿Cómo lograste que te recibiera en su despacho?

—¡Ah!!Eso! Pues, fue cómo engañar a un niño con un dulce. Le dije que estaba buscando una disquera para un joven talentoso que prometía. Le puse la grabación de un ensayo que me había dado un amigo al cual ayudo siempre que necesita sabios consejos, inspiración y entender la música del pasado. Se la mandé y alucinó. Me cito para el domingo por la mañana, pero qué le voy a contar, si ya sabe todo.

—Bueno, Edy, no sé qué hacer, ¿sabes? La ley me exige que te arreste y te lleve a prisión, pero el sentido común me dice que tu condena ya ha sido cumplida—Hizo una larga pausa, miró el aspecto aliviado de Eduard y le dijo: “Te interesaría una vía de escape?  Tengo una coartada…”


8 comentarios:

María Gorodentseva dijo...

Hola, Juan Cristóbal. Tu cuento me pareció bastante interesante. Es la pregunta de siempre, si hay que separar al artista (es decir al hombre) de su obra. Puede ser buen actor, escritor, cantor, pero al mismo tiempo una mala persona. Además hay algunos crimenes que son justificados, ¿pero su asesinato está dentro de esta categoría? Son los detalles que me parecieron curiosos.
Pero al mismo tiempo me quedaron unas dudas. Para mí la puerta del reto, es, en tu historia, una puerta metaforica, "puerta de salida", el "exit" que le da el inspector al personaje. Pero, entonces, ¿de qué puerta habla Eduard Redmyne en el principio? ¿Por qué el inspector está interesado en ella? ¿O la pegatina era con la imagen de la puerta? Estas cosas no me quedaron muy claras en realidad.
Saludos :)

Juan Cristóbal E Hudtler dijo...

Hola, María, al principio Eduard pregunta si el inspector se refiere a la pegatina que él dejó como una señal en el ojo de la víctima para que el encargado del caso pudiera penetrar en su mente. Con respecto a tu cuento, me parece muy interesante la figura de la mujer desnuda en el sueño. Es como si el inconsciente dejara que la mujer se paseara a sus anchas sin ropa, pero los complejos o traumas psicológicos aparecen en forma de una mujer gorda que reprime y el acosador, el marido de la mujer gritona, todo es un buen recurso para hacer más amena la historia. Saludos

H.G._curucuta dijo...

Hola, María. Perdón por no pasar antes a leer y comentar.
Me ha parecido interesante tu texto y ese "juego" entre sueño y realidad. Supongo que tu intención era precisamente esa: explorar cómo un sueño que se materializa en la realidad puede provocar terribles consecuencias, sin que la protagonista tenga aparentemente ninguna culpa. Claro que, como ya te comenta Juan Cristóbal, si nos ponemos a analizar el sueño, podría resultar que el marido de verdad influye en el subconsciente de la mujer y le ha acabado infundiendo cierto sentimiento de culpa, por eso al pasearse desnuda en el sueño se ve rechazada por unos y acosada por otros, es decir, la sociedad de la que tanto le habla él.
Me gusta, sin duda, que lo hayas llevado al punto en el que la realidad y la fantasía se entremezclan.
Solo pondría un pero: que no me parece que la puerta esté en un lugar donde no debía estar ;)
Saludos

H.G._curucuta dijo...

Hola, Juan Cristóbal. También a ti te pido disculpas por no haber pasado antes a leer y a comentar tu texto.
Me pareció ingeniosa la forma en que resolviste el reto. A mí sí me quedó claro lo de la puerta en el párpado ;) Y la historia es interesante, aunque un poco larga en mi opinión; es curioso que en realidad haya dos puertas: una la de la pegatina y la otra, la salida que le propone el inspector.
He notado algunas cositas que seguramente se deben a que tu redactor las corrige (a su manera), pero creo que sería bueno revisar el texto y corregirlas tú mismo.
Saludos

María Gorodentseva dijo...

Hola, Hilda. ¡Gracias por tu comentario!
Pues sí, mi intención era contar una historia en la que la mujer entra en una puerta imaginaria y se encuentra en el mundo real, y todavía más, porque la protagonista vive en futuro y la pareja en pasado. No sé por qué no te conviene mi puerta :D Son mundos paralelos, reino astral.
Y sin duda me parece muy interesante lo que ustedes comentan sobre aspecto psicológico de su desnudez. Yo no pensaba de esto al momento de escribir. Le quité la ropa solo para que sea más llamativa su aparición delante del hombre, todo lo demás es mi puro subconsciente :D
Saludos.

H.G._curucuta dijo...

Hola, María. Tienes toda la razón. Cuando escribí lo de que no me parecía que la puerta estuviera en un lugar donde no debía estar, me refería a que es lógico que en un muro pueda haber una puerta, dos o más... Pero se me olvidaba que la puerta de la chica se abre desde el sueño, así que retiro lo dicho :)

María Gorodentseva dijo...

Hola, Hilda. Me pareció interesante tu historia, y casi hasta el final no se entiende muy claro de quién se trata. Pero ya que he visto la imagen que has puesto justo con el texto me di cuenta al toque que es de una gatita :) Saludos.

H.G._curucuta dijo...

Hola, María. Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que mi idea era precisamente que no se entendiera hasta el final, pero las ilustraciones las escoge Juan Cristóbal y con la imagen hizo un poco de spoiler ;) Yo hubiera puesto un árbol de tronco ancho con alguno de esos nudos que semejan una puerta cerrada :D
Saludos

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